El melasma es una condición dermatológica que se caracteriza por la aparición de manchas oscuras en el rostro, especialmente en las mejillas, frente y labio superior. Afecta principalmente a mujeres en edad fértil y puede ser causado por factores hormonales, exposición al sol y predisposición genética. En este artículo, analizaremos los cambios que ocurren en la piel antes y después del tratamiento para el melasma.
Fotoprotección
La fotoprotección es uno de los pilares fundamentales en el tratamiento del melasma. Antes del inicio del tratamiento, la piel presenta un alto grado de sensibilidad a los rayos ultravioleta, lo que puede agravar las manchas existentes. Sin embargo, a través del uso de protectores solares de amplio espectro y la adopción de medidas de protección, como el uso de sombreros y evitar la exposición solar en las horas pico, se observa una disminución significativa en la intensidad de las manchas.
Adicionalmente, se recomienda evitar el uso de productos irritantes o exfoliantes que puedan aumentar la sensibilidad de la piel al sol y empeorar el melasma.
Tratamientos tópicos
Existen diferentes opciones de tratamientos tópicos para el melasma. Antes de comenzar el tratamiento, las manchas pueden presentar una pigmentación más intensa y desigual. Sin embargo, con el uso adecuado de cremas despigmentantes, como la hidroquinona, el ácido kójico y los retinoides, se observa una mejora progresiva en la uniformidad del tono de la piel.
Es importante destacar que estos tratamientos deben ser prescritos y supervisados por un dermatólogo, ya que un uso excesivo o inapropiado de estos productos puede provocar irritación y empeorar el melasma.
Terapias con láser
Las terapias con láser son una opción efectiva para tratar el melasma. Antes de someterse a este tipo de tratamiento, las manchas pueden presentar una pigmentación más profunda y persistente. Sin embargo, a través de la aplicación de láseres de luz pulsada intensa (IPL) o láseres de picosegundos, se puede reducir significativamente la pigmentación y homogeneizar el tono de la piel.
Es importante destacar que las terapias con láser pueden requerir múltiples sesiones y deben ser realizadas por profesionales capacitados en dermatología para garantizar su eficacia y seguridad.
Suplementación oral
Algunos estudios han demostrado que la suplementación oral con antioxidantes, como la vitamina C y el ácido tranexámico, puede ayudar a mejorar el melasma desde el interior. Antes de iniciar este tipo de tratamiento, es común observar una pigmentación más pronunciada y resistente.
La suplementación oral puede ser complementaria a los tratamientos tópicos y las terapias con láser, y su efectividad puede variar de una persona a otra.
Estilo de vida saludable
Un estilo de vida saludable también juega un papel importante en el tratamiento y prevención del melasma. Antes de realizar cambios en el estilo de vida, es común observar una mayor aparición de manchas y una mayor persistencia de las mismas.
A través de la adopción de una alimentación equilibrada, rica en antioxidantes, y la realización regular de ejercicio físico, se pueden reducir los factores desencadenantes del melasma y promover una piel más saludable.
Referencias:
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